Cuando se levantó quiso
ir a cortar madera. La madera le serviría para vender sacos y sacos de leña
para poder subsistir durante el verano, sobre todo porque él era el padre de
familia y su esposa mucho le apoyaba con ir a dejar a sus hijos y trabajar como
costurera.
Sin embargo, al levantarse notó que no tenía manos ni
piernas. Y no sabía cómo había tomado las sábanas ni se había sentado. Miraba
su cuerpo y no había nada. Veía que había un colchón debajo suyo y unos zapatos
bajo la cama. Comenzó a asustarse porque no entendía qué había pasado con su
cuerpo, además no comprendía cómo se sostenía su cabeza (si es que la tenía) y
dónde tenía sus ojos.
Se levantó y se fue al baño para mirarse al espejo. Pero
a medida que se acercaba le dio miedo con llevarse alguna sorpresa que no le
gustara enfrentar: quizá se vería solo su cara, o quizá vería solo sus ojos
flotando en el aire de la mañana, o quizá no podría ni ver nada porque cerraría
los ojos al verse en el espejo. Se llenó de valor, entró al baño y se puso
frente al espejo con los ojos cerrados por el miedo.
No supo qué fue lo que vio. Nadie lo sabe, solo sabemos
que no quiso volver a su casa nunca más. Quizá porque no toleró ver cómo
desaparecía su cuerpo sin ninguna explicación, quizá porque se volvió loco.
Pero lo que sí sabemos es que antes de partir, decidió escribir la historia de
una persona que comenzó a borrarse poco a poco del mundo hasta desaparecer
entre los bosques donde vivía.